Como curarse de las heridas…

1986, 14 de Febrero, la fecha resuena a los enamorados. Mi madre Calixta deja a unos niños de 5 y 10 años en este mundo. Todavía recuerdo cuando nos dijo que se iba esta vez más tiempo al hospital, pero sólo un mes eterno, y para siempre. Todavía recuerdo como se abalanzó a nosotros para darnos el último abrazo en el hospital. Recordar estos hecho y mirarlos de siempre exige coraje, pero tienes que hacerlo. Si no es así sangras, y las cicatrices se abren y cierran si no las miras. Sí, somos materia que se une y se desune, no tiene que merecer la pena sufrir tanto. Quizás. O quizás hay otro ángulo para mirar el sufrimiento. La pérdida está presente en nosotros, y también está ahí la flexibilidad psicológica. Normalmente no abrazamos los hechos. Estás pensando que es muy fácil decir que tenemos que aceptar. Tienes razón, hay que saber hacerlo. Mi querida abuela siempre saltaba en llantos con nuestra visitas. El luto. Bueno. Las pérdidas norlamete determinan los pensamientos. Salir de ahí e inculcar que nuestro familiar quiere que sonrías, no es fácil. Cierto es también que no sabemos hacer los ejercicios adecuados y no vamos al gimnasio mental todos los días. Y es que sentarse y pensar en el sufrimiento de tu madre, no es exactamente meditación.

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La distorsión blanco y negro