La distorsión blanco y negro

Distorsión en el pensamiento. Distorsión Blanco y negro. Los cinco caminos y escalones. La dimensión del pensamiento.

EXTRACTO DEL LIBRO “La niña de los ojos violetas“

Vistas lejanas desde el ático en planta veinte en Bali. Alto techos y luces que casi ciegan. La bandera de Grecia no llega a desplegarse con el viento en la terraza. Cristaleras grandísimas que hacen que bellos reflejos llenen el ático y lo hagan brillante. Lujo y marcas conocidas por todas los rincones del apartamento de Aris. Muebles blancos impolutos y solo destacan en otro color las mesas y sillas grises claras de diseño. Aris consume todos estos objetos en el apartamento, como si tener más le hiciera sonreír más. Estos aparatos caros como diversas pantallas y robots no parecen importarle ni aportarle nada a nuestro amigo griego. Saliendo de la ventana a prueba de balas y bajando veinte plantas, sonidos de coches caros con motores potentes. Pitidos y venta ambulante de todo tipo de comida. Cuerpos bellos que quieren y necesitan que les mires. Ostentosidad por todas las esquinas. Volamos de nuevo a la veinteava planta donde se encuentra Aris sin gesto, con boca torcida que le delata. Nuestro amigo sigue pensando en soluciones. Aris tiene la mirada perdida en el horizonte. Las montañas a lo largo pinchan a las nubes alargadas y estrechas, como si otro planeta las hubiera absorbido. Afuera hay muchos ruidos pero Aris no siente el bullicio desde su apartamento lujoso en Bali. Cada persona andante está en su mundo de pensamientos aunque cada persona trabaje para servir a los demás. Aquí Aris está solo, todos estamos solos, y él intenta cultivar la confianza.

La mente de Aris divaga y va y viene de muchos sitios. Es como si ella tuviera el control de donde ir y qué pensar, pero no es de esta manera. Aris levanta la cabeza de nuevo y se queda absorto mirando al horizonte a través de la ventana una vez más. Desde su hamaca ve como la curva de la playa deja a un lado un tetris de edificios de diferentes alturas y al otro la inmensidad de agua a la cual no puede acceder fácilmente. Montaña y mar - mar y profundidad. Divagando de nuevo, Aris piensa que quien pudiera llegar ahora mismo al fondo del océano y ser tan rápido para dar la vuelta al mundo para llegar hasta el Titanic ahora mismo, y volver a Bali. Ahora quiere ir a las islas Cook como un trueno y volar hasta el Tibet. La mente de Aris se enfoca ahora en el libro regalado. Aris vuela de nuevo hasta volver a estar en la misma casa, la casa de Aris. Aris vuelve a este mundo y se centra y siente de nuevo la playa todavía no muy concurrida ya que es muy temprano en la mañana. No puede ejercer control mental. El cuerpo de Aris se siente extraño ya que no ha podido dormir nada. Se queda mirando de nuevo al libro del abuelo Nicasio.

Todo empieza a tener forma. Aris empieza a comprender. Los ojos violetas se agrandan y ocupan todo el salón. Esas frases que ha leído ahora se expanden en su mente. Aris empieza a girar la cara de un lado al otro leve y lentamente. Las neuronas de Aris están rígidas pero se mueven poco a poco. Unos hechos del mundo real entran en el cerebro de Aris, y la interpretación de lo ocurrido se lleva a cabo según el laberinto neuronal. Aris piensa en lo desgraciado que es por haber perdido pronto al abuelo Nicasio y a su padre Giorgos, y de qué manera. Aris comienza a aprender que esta interpretación se cambia cuando sabemos que hay otras dimensiones de pensamiento.

Siempre podemos estar en una peor o mejor situación. Si la vida fuera perfecta, algo que preferimos aunque sea imposible, la felicidad y la calma imperarían en nuestras vidas todo el tiempo. Las neuronas no pueden aguantar este estado y oscilan a la negatividad. Sería la vida del cien por ciento. Una pequeña sonrisa siempre estaría en nuestra cara y un bienestar interior flotaría en nuestros cuerpos, el éxtasis total. Si la vida fuera todo penurias, el cero por ciento, si la vida fuera completamente mala andaríamos como personas de quinientos kilos, solitarias y con dolor, y no estrecharíamos las manos ni para saludarnos. Animales prehistóricos nos matarían y ver como la raza humana se extingue sin amor sería lo más doloroso del mundo. En un mundo intermedio, la persona trabajadora tendría cinco días duros de trabajo, y un par de ellos riéndose con sus hijos, y solo a veces. Y vuelta a la fábrica donde se escuchan los mismos sonidos de nuevo durante cinco días. Aris visualiza una escala de vidas de diferente grado de felicidad. Esta es la vida de felicidad media. Cinco vidas diferentes, Aris piensa en la persona en estado de felicidad máxima todo el tiempo, piensa en el empresario famoso al ochenta por cierto, piensa en la persona feliz dos días a la semanas con algún destello de éxtasis en una barbacoa con amigos y en las ballenas humano andantes que se asesinan entre ellas y que los animales prehistóricos matan en escenas horribles. Desde el super empresario super feliz con alguna penuria en el camino hasta la persona más desdichada del mundo pero sin pesar quinientos kilos. Aris piensa ahora que nunca va a estar en ese mundo de personas ballenas humano andantes. Las ballenas andantes son el negro, y la persona hiper feliz es el blanco. Tenemos cinco escalones en la vida con razones externas para bajarnos de escalón. El buen trabajo nos sube de escalón.

Nunca seremos ballenas andantes asesinadas por grandes animales, debemos apreciar dónde estamos. Es literalmente imposible ser tan oscuro incluso medido por hechos externos. La vida fluctua. Aris está en esta época de su vida con unos cuantos kilos de más pero ve muy lejos el convertirse en una ballena con vida oscura que se vuelve lentamente al mar y llega a ver al Titanic hundido. Si mi mundo exterior es lo único que marca una realidad, y Aris se ve como en el cuarto escalón de felicidad. ¿Cómo puedo él subir de escalón en la interpretación de la realidad y subir escalones en felicidad? ¿Qué dimensión me lleva a esta interpretación? La excitación corre por el cuerpo de Aris. Ha encontrado la forma de empujar sus neuronas. No somos empresarios famosos exitosos, incluso las personas más exitosas en la vida podrían haber conseguido más. No somos ballenas torpes del quinto escalón. Aris es una persona en términos generales desafortunada, pero esto no es más que una escala de grises y una pura interpretación de la realidad con un adjetivo. Tristemente, el cerebro se habla con adjetivos, no con una escala del cero al cien y con porcentajes. De nuevo Aris se pregunta, Si yo, estando en el cuarto escalón, estoy solo en el veinte por ciento de felicidad, e incluso a veces me he sentido que soy un cien por ciento desafortunado, y cuando he ido a correr por la playa que veo me he sentido un algo mejor momentáneamente. ¿ Cuál es la variable que provoca esa fluctuación en mi percepción? ¿Que ocurre en mis neuronas para que Aris piense que es desafortunado al ochenta por ciento y otras veces se considere desafortunado al sesenta por ciento? Aris divaga de nuevo y va de viaje a las islas Fiji, roza Suráfrica con su avión y vuela en globo hasta muy cerca del sol. Pestañea. Piensa. Crece. La activación mental, los viajes y la motivación le hace fluctuar en su estado de ánimo. Sin duda sus vuelos son extraordinarios, su meditación y sus estados de relajación son fantásticos. Sin embargo, tiene que haber una variable más certera que le acompañe durante todo el día. Aris sale de la dimensión de la realidad y empieza a empujar sus neuronas en la dimensión del pensamiento.

En los andes hay muchas montañas de unos cinco mil metros. Aris sabe que quiere andar, que quiere ascenderlas. Sin embargo, empieza a pensar que si está sobre los mil metros, al veinte por ciento en la interpretación de la vida externa, ¿ por qué no puede sentirse que está en el escalón número cuatro, en los cuatro mil metros? Aris siempre prefiere estar en el escalón quinto, en los cinco mil metros, sin embargo busca alguna puerta del laberinto cognitivo que le lleve a los cuatro mil metros aunque esté ganando mil euros y no tenga familia en esta ciudad desconocida. El simple hecho de pensar en los cuatro mil metros ya le hace subir hasta los tres mil. Eureka !! Cultivo mi pensamiento creador exhaustivamente en todas las situaciones para indicarme, esté el escalón que esté, que debo trabajar para seguir escalando. Hoy y aquí puedo necesitar el apoyo de un amigo pero voy a seguir escalando esta montaña yo solo. Me despierto super enfadado porque el vecino ha puesto la música super alta a las seis y media de la mañana. Me enfado, estoy con las ballenas, pero pienso en aceptación. Pienso que es una persona comprensible y que voy a hablar con ella mañana seriamente del tema. Tengo capacidad para aguantar estos decibelios y más. Subo a los tres mil metros y sigo pensando. Llego al trabajo y pienso que tengo el peor jefe del mundo: “Mi jefe es muy poco empático”. Bueno, mejor “Pienso que quizás no sea la persona más comunicadora del mundo pero comprendo que esté centrado en sus objetivos, voy a intentar establecer una comunicación buena con él y aunque no consiga la sinergia que yo quiero le miraré con buena cara y pensaré que aún así tengo un buen trabajo”. He perdido a esta persona en mi vida que me daba tanta alegría, bajo al inframundo. Me hablo para recordarla siempre con amor y cultivaré mi aceptación plena sintiendo este dolor con calidad. Formulo mis pensamientos y los conceptualizo en una frase. Desarrollo el argumento ganador sabiendo que siempre hay una escala de grises. Salgo a la dimensión ganadora y formulo mi pensamiento elaborado y realista.

Sea cual sea su realidad en el conjunto de los planetas, en su galaxia interior él maneja con tesón el diálogo consigo mismo. Si soy ballena puedo subir a la cúspide haciendo ejercicio mental. Si tengo cien años siempre puedo sonreír por muchas arrugas que tenga. Debo hacer muchos ejercicios mentales para seguir escalando, siempre escalando aunque caiga. En la verdadera dimensión del pensamiento siempre estamos en los cinco mil metros, pero hay que buscar la cúspide con el pensamiento. El actor de cine más guapo y el empresario más rico del mundo pueden tener cualquier mala experiencia y pueden bajar al metro cero, con las ballenas matándose. Aris se habla y sigue escalando. La felicidad no es blanco o negro, la felicidad es seguir subiendo la montaña paso a paso, recobeco a recobeco, con ganas y poniéndonos objetivos, con actividad. La vida es una escala de grises, pero Aris se sale de esa dimensión de los cinco escalones y sigue andando hablándose así mismo. Estés donde estés siempre hay opciones para seguir remando, para replantear, para reir aquí y llorar allí, para buscar sabiendo que ya lo has encontrado todo. En cada situación escribe tu tebeo. Escribe en el bocadillo vacío lo que estás pensando e imagina un bocadillo más grande para formular que deberías estar pensando en realidad, y escríbelo, dítelo, háblate, formúlate. Y seguimos andando. Las personas que más rápido suben son las personas que más se hablan así mismo. Son personas que saben que hay diferentes escalas de grises de la realidad pero que piensan en la mejor opción a interpretar. Formulan y escriben. Hay 5 caminos en ese cruce, aunque la realidad te lleve a algún cruce malo en el mundo real, tú siempre estás para subir al cinco mil, para subir al monte Elbrús, al Alpamayo, al Volcán Tacora y a todas las montañas de los Andes. No importa la edad que tengas ni tus experiencias, siempre puedes crear bocadillos en tu tebeo. Siempre puedes escribir lo que te expresas, aunque la emoción de tristeza ahora mismo sea de ballena a diez mil metros bajo el agua. Saber pensar concienzudamente es el ejercicio. No es todo blanco, ni es todo negro, las cosas son como las pensemos. Cualquiera que sean las circunstancias de tu vida, por muy persona mediocre que te creas o estés en la peor de las situaciones que estés, siempre es posible trabajar en la aceptación y en la interpretación para subir a la cúspide. Gestionando tus pensamientos exhaustivamente puedes siempre subir el nivel de satisfacción en tu vida. Crea tu historia creando tus bocadillos de cómic seleccionados por ti en cada situación.

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